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lunes, septiembre 13, 2010

Escalada de violencia: Si te peleas con alguien siempre notarás que te pegan más fuerte de lo que tú pegas

Escalada de violencia: Si te peleas con alguien siempre notarás que te pegan más fuerte de lo que tú pegas

 

Lo hemos visto en infinidad de ocasiones: una pareja se pelea en broma, ella le lanza un pequeño puñetazo en el hombro, él se lo devuelve más fuerte, ella espeta "oye, te has pasado" y le devuelve el golpe, y él, enojado, exclama "la que te has pasado eres tú". Escalada de violencia, morros y unos minutos sin dirigirse la palabra.

Con ligeras variaciones, ya digo, todos hemos visto una escena parecida entre una pareja, y también entre niños. Y probablemente hemos protagonizado algo parecido: alguien nos atiza y nosotros creemos que nos ha dado más fuerte de lo que el otro dice haberlo hecho: "lo sabré yo, que soy el que ha recibido el golpe", podemos añadir.

Si estas situaciones se dan tan a menudo entre los seres humanos se debe a la misma razón que impide que una persona pueda hacerse cosquillas a sí misma: en la mayoría de situaciones, nuestro circuito cerebelar (del cerebelo) está preparado para prestar una atención menor a las sensaciones que resultan del movimiento autogenerado y una atención mayor al mundo externo.

El cerebelo interviene en la coordinación de movimientos, sobre todo usando la información retroactiva que le aportan los sentidos sobre la manera en que el cuerpo se está movimiento en el espacio a fin de enviar sutiles correcciones a los músculos y procurar que los movimientos corporales sean suaves, fluidos y bien coordinados.

Escalada de violencia: Si te peleas con alguien siempre notarás que te pegan más fuerte de lo que tú pegas

Escalada de violencia: Si te peleas con alguien siempre notarás que te pegan más fuerte de lo que tú pegas

 

Lo hemos visto en infinidad de ocasiones: una pareja se pelea en broma, ella le lanza un pequeño puñetazo en el hombro, él se lo devuelve más fuerte, ella espeta "oye, te has pasado" y le devuelve el golpe, y él, enojado, exclama "la que te has pasado eres tú". Escalada de violencia, morros y unos minutos sin dirigirse la palabra.

Con ligeras variaciones, ya digo, todos hemos visto una escena parecida entre una pareja, y también entre niños. Y probablemente hemos protagonizado algo parecido: alguien nos atiza y nosotros creemos que nos ha dado más fuerte de lo que el otro dice haberlo hecho: "lo sabré yo, que soy el que ha recibido el golpe", podemos añadir.

Si estas situaciones se dan tan a menudo entre los seres humanos se debe a la misma razón que impide que una persona pueda hacerse cosquillas a sí misma: en la mayoría de situaciones, nuestro circuito cerebelar (del cerebelo) está preparado para prestar una atención menor a las sensaciones que resultan del movimiento autogenerado y una atención mayor al mundo externo.

El cerebelo interviene en la coordinación de movimientos, sobre todo usando la información retroactiva que le aportan los sentidos sobre la manera en que el cuerpo se está movimiento en el espacio a fin de enviar sutiles correcciones a los músculos y procurar que los movimientos corporales sean suaves, fluidos y bien coordinados.