(La Tercera) En la localidad germana de Grevenbroich-Neurath, casi en el corazón de la ciudad de Colonia, se inauguró recientemente la central BoA, de la compañía eléctrica RWE. La planta, alimentada con carbón, cuenta con una potencia de 2.200 megawatts (MW), superior al complejo Castilla que la Corte Suprema rechazó en agosto y que se emplazaría en la Tercera Región. La nueva instalación produce seis millones de toneladas menos de emisiones que las plantas más antiguas. El carbón, lejos de encontrarse en retirada producto del calentamiento global, comienza a vivir una segunda juventud. En la actualidad hay más de 1.500 grandes centrales eléctricas de carbón en todo el orbe y se calcula que están en construcción otras 1.231. El gran impulso viene de China, donde hoy se levantan 455 plantas. El 82% de su electricidad es a carbón. Hoy, además, es la principal fuente para producir electricidad en el mundo y seguirá teniendo un peso relevante en las próximas décadas. Por dos razones: por sus menores costos de inversión y operación, que lo hacen competitivo frente a otras alternativas energéticas, y por la mejora continua de su tecnología, que hoy la hace menos contaminante que hace una década, acorde con las exigencias que los distintos mercados han impuesto. "En los siguientes 25 años, se estima, el consumo de carbón se triplicará a nivel mundial, ante el encarecimiento del petróleo y del gas", asegura desde Italia Javier Suárez, analista de Nomura Group.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé un crecimiento de 65% en el uso de carbón en los próximos 25 años y vaticina que hacia 2035, aventajará al petróleo como combustible dominante en el mix energético global. Proyecta, asimismo, que continuará aumentando su cuota de mercado en la generación eléctrica en esta década y que su crecimiento empezará a decaer recién entre 2020 y 2030. "El carbón seguirá dominando la matriz energética mundial, continuará siendo tan requerido como lo es hoy", señala Miguel Sánchez, de Inverseguros, en Madrid.
Hasta ahora, la tendencia que exhibe el mineral en el planeta es clara. Desde 2000 su consumo ha subido 4,9% anual, contra el 1,1% del petróleo y 2,8% del gas natural, según la AIE. Sólo en 2010, el uso de carbón en el planeta creció 5,4% y representó el 43% de la producción de electricidad, el mayor porcentaje desde 1969. A futuro, este panorama cambiará levemente. Un reporte del Instituto Mundial del Carbón plantea que si en 2010 explicaba el 26% de las necesidades de energía primaria del mundo, en cuatro décadas representará el 27%. Las razones del revival Junto con el factor China, este nuevo avance del carbón se asocia también a su calidad de reemplazo frente a la energía nuclear, tras el accidente de Fukushima en Japón, y como una transición a las aún costosas energías renovables no convencionales (ERNC). "En Europa, los precios de la electricidad han subido 15% en cinco años, por el sobrecosto de las energías renovables", indica Sánchez. En ese sentido, la energía de centrales a carbón es más competitiva, apunta Renato Agurto, socio director de Synex: "En Chile generar con ese mineral cuesta US$ 85 por MWh, versus los US$ 180 con petróleo", indica. El uso del gas natural licuado implica un costo adicional frente al carbón de US$ 20 por MWh, añade Hugh Rudnick, académico de la Universidad Católica. Otro factor que está revitalizando el uso del carbón es el alza del consumo de energía que se proyecta en el orbe. "Se estima que la demanda eléctrica mundial crecerá 50% en las próximas dos décadas, y al menos un 45% de ese nuevo consumo sería cubierto con carbón", subraya María Isabel González, ex secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía (CNE). Frente a ese panorama, este mineral tiene otro plus: es abundante. Las reservas de petróleo se terminarán en los próximos 50 años y las del gas, en 60 años. El carbón, en cambio, tiene un mínimo de 200 años, garantizando la vigencia de las termoeléctricas en el tiempo, según estima el Instituto Nacional del Carbón. Por otro lado, el petróleo y el gas tienen sus principales reservas en pocos países, por lo general, zonas conflictivas que suponen un peligro creciente para el abastecimiento mundial. Por el contrario, "el carbón está repartido por todo el planeta y sus precios son más estables", explica Rudnick. En Chile también tendrá mayor protagonismo en la matriz futura, prevén expertos. Hoy genera el 26% de la electricidad que consume el país y, según Agurto, hacia 2030 subirá a 30%, "si Chile opta por no desarrollar energía competitiva, como la nuclear". Si tampoco se desarrolla todo el potencial de las grandes centrales hidroeléctricas, agrega, ese porcentaje subirá.
En Europa se vive un boom por el carbón y algunos de los principales países de esa zona han elevado su dependencia del mineral. Según datos de la consultora Energética, hay 30 centrales en construcción y otras 70 planificadas. En conjunto, suman una potencia de 70.000 MW. "La crisis en Europa ha hecho que las principales economías vuelvan a usar el carbón importado de forma intensiva, la opción más barata para generar energía", indica Luis Marín, de la agencia de valores Activotrade de Madrid. Un ejemplo es España. El primer semestre de 2012, el carbón representó el 19% de la producción eléctrica; en 2010 su peso fue de 9,5%. En Alemania, el 50% de la electricidad tiene este origen. En ese país, hoy se construyen nueve centrales por casi 10.000 MW en total y se proyectan otras cuatro plantas, que aportarán casi 4.000 MW adicionales, según cifras de Energética. En Reino Unido, por su parte, el carbón suministró el 46% de la electricidad el primer trimestre de 2012, el más alto porcentaje en seis años.
Nuevas tecnologías Según la AIE, el carbón es el responsable del 43% del total de emisiones de dióxido de carbono (CO2) del planeta, mientras el petróleo responde por el 38%. Los países que más contaminan son los miembros de la Ocde, con un 45% de las emisiones, y China, con un 21%. Frente a ello, en los últimos años se ha avanzando en que las instalaciones a carbón mejoren su rendimiento y reduzcan la cantidad de gases que vierten a la atmósfera. Hoy se estudia su gasificación y la operación de centrales que combinan quema de carbón con energías renovables. "Las exigencias para las centrales a carbón que se construyen están aumentando radicalmente. Los estados de la Ocde han sido más proactivos en buscar tecnologías menos contaminantes e imponerlas como estándar en el mundo", comenta Vivianne Blanlot, ex secretaria ejecutiva de la CNE. Noruega presentó este año la mayor planta del mundo para desarrollar la captura y almacenamiento de carbono, que entierra los gases de efecto invernadero de las plantas. Se prevé que a 2020 se podrá comercializar esta tecnología. En Chile también se han desarrollado tecnologías para mitigar los impactos. Endesa y Crystal Lagoons levantan -en la V Región- la primera laguna del mundo para enfriamiento de una central termoeléctrica. Este avance permitirá reducir las emisiones y no depender del mar o de cauces naturales para enfriar las plantas. En el país, las centrales a carbón de última generación poseen filtros que retienen el 99,9% de las partículas y que capturan el dióxido de azufre -que produce la llamada lluvia ácida- en un 90%, además de mitigar la emisión de dióxido de nitrógeno. "En Chile, las plantas cumplen con los estándares europeos", dice Agurto. Por lo mismo, agrega González, "un complejo como Castilla podría haberse instalado en Alemania". Fuente/ La Tercera | |
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