Zapatero ha anunciado hoy que no se presentará en 2012. No se va, como se fue Aznar, por voluntad propia, sino expulsado del poder por los españoles y por su propio partido, aterrorizado porque el simple nombre de Zapatero resta votos y hunde las expectativas electorales. La bolsa subirá, la esperanza renacerá, la economía se enderezará y el suplicio a España cesará o, por lo menos, se mitigará. La caída de Zapatero ha sido bochornosa. Lo ha hecho contra su voluntad, empujado por un pueblo que le rechaza masivamente. Aunque no se atrevan a decírselo, Zapatero, según las encuestas, ha acumulado más rechazo ciudadano que los expulsados Ben Alí y Hosni Mubarak. Detrás de si deja una estela de dolor, de derrota y de fracaso: cinco millones de parados, tres generaciones futuras endeudadas, el erario esquilmado, la corrupción infectando hasta los capilares de España, la política desprestigiada, los políticos odiados, la confianza perdida y el prestigio de España por los suelos, en todo el mundo.
El PSOE. su partido, queda marcado por la cobardía de no haber sabido expulsarle del poder hace dos años, cuando todas las luces de alarma se encendieron y quedó claro que Zapatero era un maestro del engaño, un lider de lo opaco, un virtuoso del error y un enorme obstáculo para el progreso de España.
Quien más dolor sentirá por la salida de Zapatero serán los nacionalistas radicales y todo los que odian a España, un país que, bajo su mandato caminó siempre, con paso firme, hacia el precipicio. Los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, los que persiguen a los hispanoparlantes, los que llevan pistolas y capuchas, todos ellos llorarán la pérdida de ZP, mientras que el resto de Españas se baña en el jolgorio.
Hoy es un día de éxito para la España blanca, la que sigue creyendo en el proyecto común de convivencia en democracia. Pero, sobre todo, hoy es un día de fiesta para la democracia, que, sin Zapatero, podrá reiniciar el camino hacia la necesaria y urgente regeneración. La desaparición de un enano político que pactaba con los enemigos de la nación, en contra de la voluntad de la mayoría, que aprobaba leyes en contra de la voluntad popular mayoritaria y que quiso permanecer en el poder por todos los medios, a pesar de que la inmensa mayoría le exigía que se marchara, es siempre un motivo de fiesta y alegría.
Su anuncio de retirada le convierte en un verdadero cadáver político con autoridad resquebrajada. Le va a resultar difícil resistir en la Moncloa sin convocar elecciones anticipadas, como desean los españoles ¿Quien va a respetarle ya, con la fecha de caducidad grabada en la frente? A lo mejor le regala a España el gesto de convocar elecciones. Quizás así evite que, cuando se levanten las alfombras, le declaren "persona non grata".
Cuando desaparezca de verdad, cuando caiga en el olvido, España podrá reiniciar el camino del resurgimiento, mande quien mande, libre ya de la losa de plomo que representaba un Zapatero que pasará a la historia como uno de los peores gobernantes de la historia moderna de España.